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EL MICRO UNIVERSO

Existe otra realidad de nuestro Universo que corresponde al mundo de lo diminuto, de lo microscópico, de lo atómico: de las partículas elementales.

En anteriores publicaciones, pudimos entender el universo que excede al hombre en tamaño y en tiempo, sus distancias galácticas y su inmensidad.

Los invito a realizar un viaje hacia este universo poco conocido, intrigante, bello y fascinante, que se encuentra a una escala de lo casi infinitamente pequeño.

Desde la antigüedad, ya los griegos, entre los siglos VI a.C. y IV a. C., tuvieron un gran interés en conocer la naturaleza de las cosas.

Los llamados filósofos presocráticos fueron los que comenzaron a pensar y refelxionar desde la razón sobre el principio de las cosas (Arjé).

Entre los filósofos presocráticos destacan los siguientes: Thales de Mileto, Heráclito, Parménides, Anaximandro, Anaxímenes, Pitágoras, Anaxágoras, Empédocles, Leucipo y Demócrito.

Thales de Mileto,  sostuvo que el agua era el principio de todas las cosas.

Al rechazar toda explicación religiosa o mágica, decía que el universo físico podía explicarse por medio de la razón. Consideró que la primera causa de todo debía ser material y eterna. Creía en una ley universal que controlaba y regulaba todo.

Heráclito, introduce el concepto de Logos que lo define como la racionalidad dentro del cosmos y se encuentra dentro del alma humana. Por ende, los sentidos presentan un mundo en constante cambio, mientras el Logos interior es inaccesible al hombre.

Parménides, fundador de la escuela filosófica eleática, sostenía que todo el mundo sensible tiene una sustancia y un ser esencial (monismo), no creado y indestructible.

Para Anaximandro el principio de todo es el “ápeiron”, el cual significa lo indefinido, lo indeterminado.

Foto tomada de Google imágenes: filósofos presocráticos

Anaxímenes, por ejemplo, consideraba que el principio de las cosas era el “aire”.

Pitágoras, filósofo y matemático, argumentó que el mundo objetivo y la música estaban íntimamente relacionados con los números.

Anaxágoras, sostiene que el principio de las cosas son pequeñas partículas llamadas «semillas» (spérmatas) y existen tantos tipos de éstas como seres en el universo. Estas «semillas» son indivisibles e inmutables.

Además, introduce en el pensamiento griego por primera vez, el concepto preciso de una inteligencia (nous) ordenadora (no creadora) del universo, a la cual está sometida la materia.

Empédocles consideró que el principio de todas las cosas son 4 elementos: aire, fuego, agua y tierra, que son inalterables y eternos. Pensaba, además, que estos elementos se combinan en distintas proporciones por efecto de dos fuerzas cósmicas: el Amor y el Odio.

Platón, discípulo de Sócrates, sostuvo la existencia de un quinto elemento (quintaesencia) adicional a los propuestos por Empédocles, al cual llamó “Éter”.

El Éter de Platón, era concebido como una sustancia material imponderable que llenaba el espacio y los lugares interestelares (cielo, cosmos).

A Leucipo como a Demócrito se les atribuyen las ideas del atomismo griego. Fueron los primeros en considerar que la materia no se podía subdividir indefinidamente, contrariamente a la posición que sí era posible dividirla infinitamente.

Una cosa real puede ser infinita o ilimitada en sus partes, ¿cómo podrían ser distintas unas de otras? ¿Cómo las podríamos distinguir unas de otras? ¿qué cosa vendría siendo?

La realidad es que una manzana es distinta de una pera y, por tanto, son entre sí separables, distinguibles, limitadas y finitas.

Estos razonamientos sencillos dan luz a las ideas que las cosas se constituyen por unidades pequeñas e indivisibles llamadas átomos.

Imagen editada, tomada de Google

Entonces, el razonamiento consistía en que se llega a un punto límite al cual es imposible continuar «cortando» la materia, a lo cual llamaron Átomos (que no se puede «cortar», indivisible).

Por tanto, los átomos son las unidades mínimas fundamentales que constituyen toda la materia y el universo. Surge, entonces, el atomismo griego.

Estos átomos son, por tanto, indivisibles, eternos, permanecen en constante movimiento y generan, por combinación, todas las formas existentes de los cuerpos materiales.

Demócrito argüía que si son eternos los átomos y tienen en sí mismos la razón de su propia existencia, no hay necesidad de admitir a un Dios distinto de la naturaleza o del cosmos.

Hoy día hay un sector de la comunidad científica que creen en la existencia de Dios, otros que piensan que Dios y ciencia son excluyentes, o un sector que simplemente no opinan ni a favor ni en contra.

Bueno, en realidad laTeociencia es el esfuerzo para comprender que la ciencia nos acerca a Dios, y viceversa. Aunque fe y ciencia sean dos maneras distintas de interpretar la realidad, ambas nos conducen al mismo origen común: Dios. (ver el siguiente enlace: https://aquiestamosonline.com/teociencia/).

Déjanos tus impresiones sobre este interesante tema en la caja de comentarios.

¡Hasta pronto!

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